El día que dimos a luz

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Fotos: Margarita Castañeda.

Dormimos apenas 40 minutos después de las 11:30pm, cuando ya había sentido una ola, dormitamos otro par de horas hasta que una tercer ola me paró de la cama. Eran las 2am y sabía que había empezado la labor de tu nacimiento. Las olas eran distintas y me avisaban cada vez, que estaba pasando algo distinto dentro de mi.

Por fin, estaba sucediendo...

¡Te vamos a conocer en unas horas más!

Seguimos contando y a las 2:40 alcancé a escuchar un poco de lluvia tenue, pensando que tenía que asegurar bien la noticia a Papito, lo dejé dormir un rato para a las 4 de la mañana estar cien por ciento segura y despertarlo. Todavía dudaba un poco si era tiempo de llamar a Lore, mi hermosa doula que sonríe con los ojos, y a mi gine tan atinada, Maribel, pero en cuanto desperté a Papito para decirle que ya era tiempo, les hablé de inmediato, ya era hora.

De risa llamar a Lore a las 4 pasadas y dejarla en el celular porque no estaba concentrada en la ola que venía que me dieron ganas de vomitar, apenas había pasado esa ola que no controlé, en lo que vomité y venía otra... Lore en la espera en el teléfono, colgamos y a como nos vio Papito, el llamó a Maribel porque yo tenía que concentrarme en lo que sucedía por mi cuerpo junto contigo.

Quedamos todos de vernos en el hospital.

El día anterior, que fue domingo era el día en que Maribel esperaba que llegaras y ya habíamos platicado tu Papito y yo que sí llegaba al lunes, hablaría con ella en la mañana para verla, gracias a Dios eso no llegó a suceder. Con esa preocupación, de que todo marchara distinto a como lo habíamos planeado, programamos con Lore una meditación que me llevaba por un viaje a mi inconsciente para soltar lo que pudiera traer en mi cabeza que no registraba, deshacerlo y lograr dejarnos llevar por lo que seguía: dar a luz. Al final de la meditación recuerdo que Lore me decía que me pusiera de acuerdo contigo en qué día daríamos a luz, que te preguntara cuándo querías nacer, recuerdo que yo decía que el domingo pero siempre hubo un lunes flotando en mis pensamientos al que no quise hacer caso porque era un día más, pero ahora sé que era tu respuesta.

No sé en qué momento ya estaba todo en el coche, Papito dejó a Bella lista con comida, casa lavada y todo lo que habíamos preparado en el camino y estaba listo para ser usado en unas horas, sentí mucha emoción al subirme al coche y saber que cuando regresáramos a la casa de nuevo te tendría en mis manos, al bebito tan esperado. Y aunque lo pensaba, no podía imaginarme esas escenas, teníamos unas ganas enormes de ponerte cara, de abrazarte y quererte todito.

En el camino al hospital, vivimos tres olitas, aún muy tolerables que nos dejaban sin aliento pero que gracias a saber respirar por el curso de hipnoparto, pudimos pasarlas. Había escuchado que algunas mujeres no toleraban ni siquiera ir en el coche camino al hospital, gracias a Dios no fue nuestro caso, las vivimos con Papito manejando a las 4:38am por Chapultepec vacío a su velocidad acostumbrada. Hablábamos pero muy poco, no recuerdo bien lo que decíamos pero sabía que el hacía su parte al máximo. Nunca me hizo preguntas innecesarias, el resolvió todo para que al llegar al hospital, sentarme en la salita de espera y ver entrar a Maribel, ella y yo nos fuéramos directo a la habitación 206 donde todo el kit de parto en agua estaba esperándonos.

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Entré directo al baño, era donde en casa había pasado las olas y me sentía segura sentada, así que ahí me quedé. De pronto, veo llegar a Lore, lo que me dio tranquilidad y paz porque ella era mi guía clave pues jamás había experimentado un alumbramiento yo, como para saber qué hacer.

Venía una ola, seguía sentada en el baño y Lore se ponía de cuclillas para tomarme de las manos y hacerme escuchar su voz... Su voz, fue clave para nosotros bebito, ¿recuerdas cómo nos guiaba durante la ola para sobrellevarla con más calma? Recuerdo cómo mi necesidad de tenerla cerca y escucharla cada vez era más evidente que le "avisaba" con la respiración distinta cada vez que iniciaba una nueva desde segundos antes.

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Maribel me revisaba y en ese rato, de las 2 a las 5am teníamos cinco centímetros de dilatación, ¡pensé que no era nada! Si hacía días tenía cuatro, ¿cómo en esa labor apenas subía un centímetro? Pero ni tiempo de pensar tanto pues las olas iban intensificándose que me sugirieron entrar en la tina, dudé, pero al final de una ola fuerte accedí. Papito se preparó, de pronto lo veía haciendo cosas pero a nosotros nos urgía tenerlo cerca, paciencia pensé, aún falta y el estaba haciendo cosas que al final siempre sabemos son necesarias.

Mientras todo se preparaba para entrar en la famosa tina, Margarita llegó, creo que le había llamado después de Lore, lo tengo algo borroso, ¡pero ya estaba ahí! Recordar verla entrar y moverse para preparar su cámara me hace pensar en todo lo que ella me ha compartido, apoyado y empujado. Estos momentos y muchos más que serán importantes estoy segura que siempre los hemos de compartir juntas. Dentro de toda la experiencia solo alcanzaba a escuchar los disparos de su cámara, su sonrisa única y silencio.

Entramos en la tina, Papito detrás de nosotros y sentimos un alivio. En mi cuerpo, la zona que sentía mayor presión era la espalda baja, que al entrar al agua calientita se relajó, se hizo suave y empezaron nuevas sensaciones más fuertes. Papito siempre estuvo interpretando perfecto esas sensaciones cada vez más intensas, Lore a un costado y Maribel monitoreando tu corazoncito, la presión que sentía cada vez que venía una nueva ola era mayor pero cada una de ellas era una menos para conocerte.

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De pronto, todo se aceleró, Maribel me animaba a pujar, Lore con sus palabras suaves, los clics de Margarita, la entrada de las nonitas al asomarse tu cabecita, ¡ay que hermoso!, ¡qué belleza! Decían. Y yo lo único que quería era que ya nacieras para ver tu carita, tu Papito y su risa nerviosa y sorprendida, todos murmuraban y yo solo veía la luz que te alumbraba y al fondo puras siluetas de todas las personas que tenían que estar ahí, esforzándome trabajando contigo para recibir toda tu luz...

Y de pronto, tan pronto,  te sostenía en mis brazos, tan frágil y tan real, de sueño y de verdad.

¡Bravo! Todos decían.

Tu Papito nos abrazaba con fuerza para tratar de comerse con todas las ganas ese momento al verte y reconocerte.

¿Y bueno, qué fue? Escuché.

¡Niño!

Voltee a ver entre tus piernitas.

¡¡Massimo!!

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Mi mamá dice que tu carita era de un estado de relajación inmenso al dar a luz que ahora puedo imaginarla porque te veo y eso es lo que me transmites. Dejamos de ser uno solo, dejé de tener dos corazones dentro de mi, se fue la jicarita que tanto disfrutamos los últimos días y en los nueve meses pasados aprendimos tanto de todos, desde la llegada de Bella, el camino de Papito y yo para recibirte por fin en este día, todo lo que nos ha enseñado con tu desarrollo, la maravilla de ser un ser humano... Olvidé todas las sensaciones que acabábamos de vivir para sentir tu cuerpecito por fin en mis manos.

Todo eso había terminado, se quedó en el último pujo que nos llenó de tu luz.

Fugaz, así fue como sentí recibirte, Papito no dejaba de sentirse pleno, lleno de alegría e ilusiones, y tu tan pequeñito que cabías en mis brazos; Maribel al pendiente de ti, le preocupaba que el cordón ya había dejado de latir y tenía que sacarte de la tina, recuerdo sentir plena confianza, ver que cortó tu lazo conmigo y te llevaron con el pediatra y las enfermeras. Tus nonitas estaban maravilladas al pendiente de ti y lo que hacia el pediatra, checando cada movimiento, cada proceso de rutina de su parte para revisar que estuvieras bien. Escuchamos hasta entonces tu primer llanto, que si fue de protesta valió la pena ya que nosotros estábamos más tranquilos. Papito salió de la tina.

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Había aún quehacer, durante los últimos meses, la placenta que te alimentaba había estado calcificándose, que en palabras más simples estaba muriendo antes de tiempo y tenía que dar a luz también. Había que estar agradecidos con ella por darte todo lo que necesitabas de una manera perfecta, y volvían las olas, yo solo quería que ya acabara para abrazarte. Después de tres olitas, la ayuda de Lore y Maribel, nos despedimos de tu placenta.

Otros segundos más para salir de la tina y poderte tener en mi pecho para establecer la llegada de tu próximo alimento, la leche materna, Papito te tenía en sus brazos maravillado de lo tanto que te pareces a el, imagínate, lo increíble que se ha de sentir que tu bebé sea idéntico a ti. Yo fascinada con el simple hecho.

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Nos acomodaron en otra habitación a los tres, estuvimos disfrutando de las visitas dejándonos consentir por cada una de ellas. Nuestra primer noche juntos fue única, aunque por la tarde dormiste mucho tiempo y quien pudo te cargó en sus brazos, ya para la noche había que alimentarte, me encantó que confiamos el uno en el otro y descansamos juntos.

Al día siguiente, salimos del hospital directo a casa a emprender, comprender y vivir esta nueva vida contigo junto a Bella, quien nos esperaba en casa con ansias de conocerte. De pronto no la reconocí, la sentí algo mayor, desde físicamente hasta de actitud, apenas un día antes Papito aún batallaba para que se metiera en su jaula a dormir a las diez de la noche, tenía que usar los premios para lograrlo pero justo ese día que llegamos en la noche, Bella sin chistar acompañó a Papito hacia la jaula y se metió solita sin esperar siquiera su premio... Nos dejó con la boca abierta y poco a poco inició su proceso de conocerte... Y conocernos entre todos.

Gracias vida.

Arody Sanchez

Buscando plasmar la verdad, me fui transformando de profesionista a esposa y mamá. Mi mundo está lleno de romanticismo al estilo de ‘orgullo y prejuicio’, observar flores, miradas y sentir una gran necesidad de crear.

Conectar contigo y crear imágenes donde puedas descubrir la hermosa belleza de tu vida actual es mi misión en la vida.

Bienvenida a mi espacio.

https://elestudiodearo.co
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