¡15 años! Así empezó mi historia con la foto
Tenía por dentro un deseo de querer entender cómo los fotógrafos con las cámaras viejitas “sin poder ver” podían hacer fotos y tener la certeza que saldrían bien al revelarlas…
En la carrera de Diseño Gráfico tuve dos semestres de clases de fotografía. Mi abuelo me mandó de EUA mi cámara Canon y comprábamos nuestros rollos en Romocolor de Plaza Tangamanga.
No aprendí nada. O al menos no mucho. Es ese sentimiento de querer ya entenderlo todo sin pasar por el proceso, así como por magia y pues no me funcionó en lo absoluto.
La clase se basaba en teoría y práctica para después revelar en cuarto oscuro nuestras fotos. Recuerdo que esa cámara en los modos automáticos “me decía” qué poner y la pasaba a la M de manual para ponerlos como si hubiera sabido siempre los parámetros. Claro que salían mis fotos pero siempre sabiendo que no sabía cómo ni porqué salían bien.
Ese fue mi primer contacto con una cámara, al final la acabé dejando en un rincón y no la volví a usar.
Más adelante, trabajando en la Secretaría de Finanzas en el Departamento de Comunicación Integral diseñando las placas de los coches regresó el deseo… ese de arriba que te conté. Compré una Kodak que me recomendaron con lente integrado super mega zoom y me prometí no moverla de la M de manual.
Con esa cámara me animé a tomar mis primeras fotos para alguien. Gloria, mi amiga, estaba embarazada y vi la oportunidad. En enero 2009 empezó mi práctica oficial. Sin cobrar por supuesto ni un peso.
Así empezó todo y por fin comprendí cómo funcionaba todo.
Cursos, talleres, conocí a los mejores fotógrafos de ese momento, los fotógrafos que más admiraba y aprendí de ellos directito y sin escalas: Fer Juaristi, Citlalli Rico, Ana Arellano, Pamela Barrón, Tania Treviño, Jessica Vargas, entre muchos otros que hoy puedo decir que son grandes colegas y algunas amigas del alma.
Con ELLAS viví la mejor etapa de foto en mi vida.
Cuando digo que la foto me ha salvado de mucho, es porque realmente lo pienso. Tuve a mi primer bebé y me aferré a ella junto a mi soledad con la oportunidad de criar de la nada a un pequeño bebé. Nueva en todo. Traumas por todos lados empezaron a brotar, y mi fiel compañera fue mi cámara, nunca me dejó. Me ocupó, me hizo retarme todos los días a documentar la vida de mis hijos sin imaginar que era un regalo total para mi cerebro y memoria puntual de muchas cosas que viví y claro que olvidas. Mi mente no puede guardar tanta información tan linda de todas sus caras, todas sus miradas, caídas, dormidas en el piso, risas, y mil cosas que sí se nos olvidan.