Mi perrita Bella

Alguna vez en mi casa llego Blacky, no recuerdo ni que raza era, he de haber estado muy chica, ladraba mucho porque se la pasaba en el patiecito encerrado y un día, de pronto se fue, ya no estaba. Otro perrito que tuvimos, un French, a quien mi hermano le puso Wiz, nos lo envenenaron y le lloré como a nadie. No los sentía míos porque creo que no eran míos, es decir, no los pedí yo sino mis hermanos pero sí me encariñé muchísimo con ellos.

Hace cinco años y medio que llegó Bellita —Belita— a nuestra vida, como lo he mencionado antes, llegó en el momento que solté la idea de querer ser mamá… Tenia un año y medio desilusionándome cada mes que ya estaba cansada.

Estuvimos investigando qué raza era la más afín a nosotros. Me topé con miles de sitios de internet donde había cuestionarios que te orientaban según lo que estabas dispuesta a hacer por ellos y tu forma de ser. Invariablemente siempre nos salía un Husky o alguna parecida. Pero lo que sí sabía era que una raza grande de perro no quería. 

Bella, es una Shiba Inu, que a diferencia de los Husky es una raza mediana, su característica principal era ser “perro de compañía”, a lo que a mis oídos claro que resonó. Y así fue como llegó a nuestra vida. Le enseñamos todo lo que pudimos, la disfruté muchísimo desde el día en que llegó y agradecemos todo lo que nos ha enseñado porque definitivamente fue un preaprendizaje para todo lo que se venía pues el día en que Piero la trajo a la casa, supimos que estaba embarazada. 

Después de esos años de disfrutarla, la abandoné muchísimo, absorbida por mis dos bebés, por la falta de tiempo, por mil peros que uno se pone porque al fin y al cabo es un “animalito”. Ijole. Qué error.

Bella ha sido más que una perrita, ha sido un reflejo de lo que vivimos día a día. Se ha sentido sola, se ha sentido abandonada y eso no es justo, le agradezco con todo mi corazón todo lo que hizo en este trance mío y sobre todo por su paciencia.

Así que como con los hijos, regándola y reparando.

Disfruto mucho mi ratito mañanero con ella, la cepillo algunos días, me la llevo a dejar a los niños al cole. Literal era como si mis ojos la hubieran visto de nuevo. No me culpo, ni te culpes si tienes a tu perrito abandonado, pero sí agradezco haberlos abierto y te invito a que los veas de nuevo con todo el amor que sentiste cuando lo recibiste en tu casa.

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Belita: Eres, sin dudarlo, una parte hermosa de mi familia.

Arody Sanchez

Buscando plasmar la verdad, me fui transformando de profesionista a esposa y mamá. Mi mundo está lleno de romanticismo al estilo de ‘orgullo y prejuicio’, observar flores, miradas y sentir una gran necesidad de crear.

Conectar contigo y crear imágenes donde puedas descubrir la hermosa belleza de tu vida actual es mi misión en la vida.

Bienvenida a mi espacio.

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